La leña empleada tradicionalmente como combustible doméstico, bien para cocinar, bien como método de calefacción, se ha venido sustituyendo en los últimos tiempos por combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas natural). Sin embargo, la necesidad de disminuir la emisión de partículas contaminantes a la atmósfera y la constante subida de los precios de dicho tipo de combustibles, hace que la leña vuelva a ser una opción a tener en cuenta a la hora de calefactar una vivienda.
Así, existen hoy en día calderas, hogares y estufas de leña especialmente diseñados para calentar el agua de un circuito de calefacción, con rendimientos y funcionamiento optimizados. Para instalar como fuente principal de calor o como apoyo a otro método ya existente, se enmarcaría dentro de las llamadas energías renovables, computando por tanto para el 20% de las mismas exigido en nueva vivienda, y pudiendo ser objeto de subvención.