Madera y secado

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Muchas veces nos encontramos con gente que dice que su chimenea no calienta como es debido y achaca este problema a fallos en la construcción de la misma. Este problema, en la mayoría de los casos, se solventa con una sencilla pregunta: ¿Estás usando la madera adecuada? Casi siempre la respuesta es no, aunque el cliente cree que sí.

Y es que si la leña que se utiliza no está bien seca, el calor que produce es considerablemente menor del que debería.

Hay gente que utiliza leña un poco húmeda bien porque piensan que no es importante el hecho de que esté bien seca, bien por la creencia de que al estar húmeda, la madera tarda más en arder. Que la leña húmeda tarda más en arder es cierto, pero utilizarla es algo totalmente contraproducente ya que las kilocalorías que emite la combustión se van evaporar el agua de la madera y no en dar calor. Con esto se consigue tener una combustión más duradera, pero que no da calor suficiente para calentar la estancia, cuando es mucho más provechoso conseguir un buen fuego que caliente la habitación y luego sólo mantener ese calor con un fuego más pequeño.

El estado de la leña es determinante para el poder calorífico del fuego.

 Además de dar poco calor, la madera húmeda produce mucho húmedo lo que provoca suciedad en el hogar, el cristal y el tubo de la chimenea. Este mismo problema lo tienen las maderas que han sido sometidas a procesos químicos (conglomerados, traviesas de ferrocarril…) que, además, pueden producir emanaciones tóxicas.

Para conseguir un buen fuego, debemos seguir las siguientes directrices:

-Abrir los troncos y apilarlos de manera que queden bien aireados para favorecer su secado. Si los troncos son muy finos no es necesario abrirlos, pero a partir de 10-12 cm. de diámetro ya deberíamos hacerlo.

Los leños abiertos se secan y arden con mayor facilidad.

-Para que la madera esté bien seca debe de tener, al menos, dos años de sacado. Lo ideal sería que los primeros seis meses después de cortada, tuviéramos la madera en un lugar abierto, pero techado, para que no se moje si llueve. Pasados los seis meses, debería de guardarse en un lugar cerrado, seco y bien ventilado. Esto último es importante para que la madera no se pudra, ya que la madera podrida tiene los mismos problemas que la húmeda. Este proceso es diferente cuando la madera cortada es el roble. Esta deberíamos de tenerla dos años sin cubrir, para que la lluvia la despoje de los taninos que contiene. Tras esto deberíamos mantenerla uno o dos años bajo tejado antes de quemarla.

La leña debe de secarse protegida de la lluvia y en lugar bien ventilado.

-Elección de la madera adecuada. Debemos evitar las maderas resinosas que, aunque dan mucho calor, se consumen muy rápidamente y manchan mucho. Para empezar el fuego lo ideal son las maderas blandas (abedul, tilo, castaño, acacia…) que arden muy deprisa y producen mucha llama y poca brasa. Las maderas más duras (roble, cerezo, frutales…) arden más despacio y con un fuego calmo, son ideales para mantener fuegos continuados y para obtener brasas para barbacoa.